Expresarse para subir la autoestima y ganar en autoconfianza
La expresión es muy importante a la hora de definir nuestro autoconcepto. Tener libertad para expresarnos en público, mostrarnos ante los demás tal y como somos, soltar los lastres de la excesiva timidez y mostrar nuestro cuerpo, nuestro rostro, nuestra voz y nuestras palabras nos abren la puerta a desarrollar un autoconcepto más definido, más complejo y completo y ganar en seguridad personal y autoconfianza.
Algunos signos de que necesitaríamos un empujoncito en este sentido son:
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Dificultades de ser el centro de atención, por ejemplo en una situación de hablar en público o de dar mi opinión.
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Tendencia a hablar bajo, a no soltar toda la potencia de voz que tenemos o podemos llegar a tener.
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Tendencia a ocultarse detrás de la palabra, restringirse en la expresividad corporal.
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Tendencia a expresarse en lo verbal en un plano más abstracto e impersonal.
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Tendencia a contener nuestro lado espontáneo o nuestro lado más desinhibido o no haberlo descubierto aún.
En los seres humanos antes del desarrollo completo de lo lingüístico se produce una explosión en el desarrollo psicomotor, que nos permite controlar nuestro cuerpo. Obtener el control de nuestro cuerpo es fundamental a la hora de desarrollar más autoestima. Poco a poco ese desarrollo de la palabra unido al desarrollo del cuerpo nos ayudan a conocernos y a mostrar lo que somos a los demás, y esa integración nos aporta una seguridad en nosotros mismos más compleja y completa.
En los niños pequeños es importante potenciar la expresividad a través de todos estos canales: cuerpo, gesto, voz y palabra para sentar unas buenas bases. Siempre adaptándose al niño, si al niño no le gustan los deportes como el fútbol, puede que le guste bailar o las artes marciales, si hay oportunidad de permitirle expresarse sin avergonzarle o corregirle debemos aprovecharlo.
De adultos hay muchas cosas que podemos hacer para potenciar nuestra capacidad expresiva y mostrarnos genuinos en nuestros gestos. actividades artísticas como bailar, cantar, hacer teatro… o actividades más guiadas y orientadas a nuestras dificultades concretas pueden ser de gran ayuda.
Psicóloga y facilitadora de grupos de danzaterapia