Descubriendo el universo emocional: el enfado y la pregunta mágica
El enfado es la emoción protagonista de nuestro post de hoy.
Como ya hablamos en nuestro anterior post emocional, sobre la tristeza, hay que tener en cuenta siempre, que las emociones son positivas, porque nos dan información sobre cómo nos afecta algo y en qué medida, y por tanto, su conocimiento, lectura y entendimiento son claves para manejarnos en el mundo.
El enfado, es una emoción que prepara nuestro cuerpo para el ataque. Nos prepara para atacar, porque de alguna manera, algo nuestro que es importante, está resultando dañado o herido. Es especialmente importante entender este concepto, ya que nos ayudará a canalizar la emoción correctamente, ya sea para nosotros mismos, o cuando la gestionamos en otra persona.
Entonces una pregunta clave que os propongo es la siguiente…
«Estoy enfadado… ¿qué parte de mí está resultando herida?»
Probablemente, el resultado de la respuesta a esta pregunta, nos ayude a manejar la situación mucho mejor.
Una vez que sepamos lo que significa el enfado en este caso, podremos sacar con facilidad, lo que nos está queriendo transmitir, y por tanto, nos resultará más sencillo decidir la estrategia de gestión.
Ejemplo:
«Salgo tarde del trabajo, con muchas ganas de volver a casa, y cuando llego al metro resulta que acabo de perderlo, tengo que esperar tiempo, y el siguiente que pasa va lleno y apenas me puedo colocar en el vagón»
¿Qué parte de esta persona puede estar resultando dañada?
Probablemente su necesidad de comodidad y descanso, su expectativa de poder llegar a casa pronto para descansar, o su necesidad de cuadrar los tiempos, teniendo en cuenta todo lo que tiene que hacer esa misma tarde o durante la semana.
¿De qué está avisando el enfado?
El enfado en este caso, está avisando de lo que es importante para esta persona (llegar a tiempo, descansar, estar tranquilo, tener tiempo para cuadrar todo).
¿Cuál sería la gestión correcta de esta emoción?
Una vez entendida la emoción, la mejor forma de gestionarla en este caso es la aceptación, ya que no puede vaciar el tren ni llegar antes por arte de magia. Técnicas como el control de pensamientos, las autointrucciones positivas o la relajación pueden ser muy útiles.
Ejemplo de autoinstrucción positiva:
«No es mi culpa, no puedo hacer nada, estoy disgustado pero no me va a ayudar, ya llegaré a casa y lo arreglaré, puedo ir incluso pensando cómo hacerlo»
«No pasa nada, encontraré una forma de descansar un poco después»
«Estoy enfadado pero se me va a pasar, es normal enfadarse un poco cuando ocurre esto»
«No hay nada mejor que pueda hacer ahora que relajarme un poco»
Os animo entonces, a utilizar esta pregunta mágica cuando notéis los síntomas del enfado o la tristeza: ¿qué parte de mi está siendo dañada?.
Algunas pistas para saber que estamos enfadados, a través de nuestro cuerpo son las siguientes:
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Tensión en mandíbulas, garganta y/o extremidades
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Sensación de calor
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Respiración más acelerada
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Resoplar
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Pensamientos agresivos
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Uso de palabras malsonantes
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Elevación de la voz (gritos)
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Gestos violentos (golpes en la mesa, lanzamiento de objetos al suelo…)
¡Feliz manejo del enfado!