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El propósito de los deberes en casa es el refuerzo de lo que se ha aprendido durante el día y la ayuda para completar una tarea de forma independiente. Sin entrar en el debate “deberes sí o deberes no”,  lo que es cierto es  que en muchas ocasiones se les carga de un exceso de tareas que objetivamente hablando, saturan y estresan a nuestros/as hijos/as. Por este y otros motivos, muchos/as de ellos/as se desmotivan y se les hace cuesta arriba.

Requiere automotivación, disciplina y la habilidad necesaria para poder utilizar otras fuentes de estudio. Es una de las formas que tiene el/la niño/a de aprender por sí mismo/a pero tanto los deberes como el estudio en casa son cosas que se les obligan hacer aunque al niño/a no le gusten.

¿Cómo podemos ayudarles? ¿Cómo es posible hacer del estudio fuera del ambiente escolar una experiencia de aprendizaje positiva para el/la niño/a y al mismo tiempo, suavizar la tensión que esto produce en la familia?

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1.      Determinar lo que se solicita: es importante para los padres y madres saber qué se espera en el colegio, hacer planes sobre ello, ayudar al niño/a a organizarse y a realizar un plan de estudios para la semana. Ayudando desde la supervisión y el acompañamiento, evitando excesivo control y no actuando por él o ella. Podemos sugerirle ideas para organizarse, darle alternativas para ayudarle a decidir y escoger la más productiva. Actuar para facilitarles las cosas desde la supervisión y no desde el control. Animarles y motivarles desde el principio es algo fundamental para conseguir mejores resultados y aumentar su satisfacción y mejorar su actitud ante el estudio y las tareas.

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2.      Averiguar qué dificultades tiene vuestro/a hijo/a: cuando el/la niño/a no hacer los deberes o tiene problemas con los trabajos escolares, debemos descubrir qué problema puede estar teniendo. Comprender las razones que tiene el/la niño/a es fundamental para poder ayudarle. ¿Hay un tema específico que no quiere abordar? ¿Se trata de un problema cotidiano o sólo ocurre de manera ocasional? ¿Entiende bien lo que se le pide? ¿Se distrae fácilmente? ¿Se olvida de hacer el trabajo o llega a casa sin estar preparado/a para hacerlo? ¿Le resultan las materias demasiado difíciles? ¿Existen interferencias exteriores que imposibiliten la tarea?

 

3.      Modificar el horario y si es necesario rehacer el plan de estudios. Por ejemplo, estudiar en la mesa de la cocina en lugar de la habitación ya que en ésta se distrae demasiado, hacer los deberes más temprano para que no se acueste tan tarde y por ello esté tan agotado/a, empezar por lo que le cueste más para aprovechar su mayor rendimiento al inicio de la tarde y continuar con las tareas más fáciles para él o ella, etc.

 

4.      Utilizar hechos cotidianos para reforzar el estudio: para los/las niños/as que juegan cuando deberían estar haciendo los deberes, habría que utilizar las actividades divertidas para recompensar que hayan terminado de hacerlos. O se pueden alternar los periodos de trabajo y los de juego. Por ejemplo, una tarea, diez minutos de tiempo libre, otra tarea, otros diez minutos, y así sucesivamente.

 

5.      Hacer un gráfico del tiempo de estudio: establecer metas específicas para el tiempo empleado en estudiar, incrementando los periodos de estudio gradualmente si fuera necesario. Conseguir que el/la niño/a controle el tiempo, que pare el cronómetro cuando se tome la pausa y reforzar siempre cualquier logro por pequeño que sea. Por ejemplo, a un/a niño/a que le cuesta aprenderse las tablas de multiplicar, se le deberá de controlar cada día el tiempo que emplea en estudiarlas pero el viernes, además del refuerzo diario a través de nuestros elogios por el esfuerzo realizado, tendrá un privilegio especial o una sorpresa (más tiempo para jugar o ir a la cama más tarde, etc.).

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6.      Enseñarles técnicas de estudio: ayudarle a realizar esquemas, resúmenes, trucos nemotécnicos, mapas conceptuales, a distribuirse el tiempo, a repasar, a buscar en el diccionario… Para facilitar el aprendizaje significativo y aumentar así su rendimiento.

 

7.      Dar al niño/a responsabilidad y autonomía paulatinamente: es mejor que los padres y madres colaboren con los esfuerzos del niño que terminarles los deberes. Muchos niños y niñas se sienten angustiados por no poder solucionar un problema del mismo modo que el profesor o la profesora lo hizo en el colegio. Retirarse gradualmente, disminuyendo el papel de “vigilantes” tan pronto como sea posible. Situarse en la esquina de la habitación haciendo una tarea paralela, estar en la habitación de al lado, etc., disponible en caso de que el /la niño/a tenga alguna duda.  Dejar poco a poco que coja responsabilidades, a pesar de que los padres y madres deben proporcionar seguridad y guía, no deben hacer el trabajo por el/la niño/a.  Si con frecuencia se muestra incapaz de hacer los deberes por sí mismo/a, pedir ayuda profesional (hablar con su profesor/a y con el servicio de orientación del colegio) para trabajar en conjunto un plan de estudios más adaptado y efectivo para nuestro/a hijo/a.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga infanto-juvenil, educativa y familiar

Grupo Crece